Grupo de gente formando una flecha

Artículos de Opinión

Los artículos de opinión recogidos en esta sección reflejan nuestro compromiso con los principios y valores fundamentales que nos definen como partido, siempre desde una visión basada en la libertad, la responsabilidad y la buena gestión. Publicados en los medios digitales de Sant Cugat (Tot Sant Cugat y Cugat Media), abordan principalmente cuestiones de actualidad local, sin dejar de lado otros temas de interés general que, por su relevancia, merecen nuestra atención y análisis. Estos escritos están firmados por miembros del Partido Popular de Sant Cugat y de Nuevas Generaciones, quienes aportan su visión y dedicación a la ciudad
Igualdad real

El 25N no va de gritar más, sino de proteger mejor

Cada 25 de noviembre siento una mezcla rara entre tristeza y determinación. Tristeza porque seguimos recordando a mujeres que han sufrido e incluso perdido la vida por culpa de la violencia de género.

Determinación porque mi generación no piensa resignarse. Queremos una España donde ser mujer no implique demostrar el doble para llegar al mismo objetivo.

Pero este 25N también pienso en algo más: en cómo hemos convertido la lucha por la igualdad en un campo de batalla ideológico. Y no debería serlo. La igualdad real no va de dividir, ni utilizar identidades para crear bandos. Esto va de personas. De libertad. De dignidad.

La mejor forma de respetar la diversidad es no colectivizar la vida de nadie. Ni por sexo, ni por orientación, ni por raza, ni por creencias. Defender la igualdad significa defender a cada individuo, su autonomía y sus propias decisiones. Lo personal no es político, y cuanto antes entendamos esto, antes dejaremos de usar a las personas como etiquetas.

Mientras aquí discutimos por consignas, hay mujeres en el mundo que ni siquiera pueden mostrar su rostro o ir a la escuela. Mujeres en Afganistán, expulsadas de la educación. Mujeres en Irán, perseguidas por enseñar el cabello o por pedir democracia. Mujeres sometidas a tradiciones arcaicas como la mutilación genital femenina. Ninguna creencia puede justificar la opresión. Y sí: el burka y el niqab son una negación práctica y simbólica de la libertad femenina. Defender la igualdad exige decirlo claro.

La igualdad no consiste en sustituir una supremacía por otra. Se debe dejar el discurso que infantiliza a la mujer tratándola como alguien incapaz de vivir sin protección. Pero también se debe dejar de criminalizar a los hombres por el mero hecho de serlo. La justicia debe perseguir a los culpables, no convertir a los hombres en sospechosos automáticos.

Por eso necesitamos leyes que funcionen. No queremos experimentos que terminan debilitando la propia protección de las mujeres, como ya hemos visto con las pulseras antimaltrato. La ley del Solo Sí es Sí, con sus rebajas de penas y excarcelaciones, acabó por revictimizar a miles de mujeres. No lo digo yo: lo dicen las cifras y las sentencias. Más de 1.000 agresores sexuales se vieron beneficiados por esta ley según ha comunicado el Consejo General del Poder Judicial.

La violencia de género existe. Pero no es la única violencia que golpea nuestro presente. También están los niños. Son las víctimas silenciosas: de agresiones, de abusos, de entornos familiares donde el miedo es el lenguaje predominante. Y hoy, además, crece una violencia nueva, impulsada por fenómenos que nadie se atreve a abordar con seriedad: el abuso de alcohol, que aumenta exponencialmente las agresiones sexuales entre jóvenes; la pornografía, que está educando a niños de 10, 11 o 12 años en una sexualidad basada en la humillación y la dominación. No podemos mirar hacia otro lado. Si queremos prevenir, tenemos que actuar sobre la raíz del problema: educación digital, límites, responsabilidad y alternativas saludables.

Defender la igualdad es defender la ley. Defender la ley es proteger a los vulnerables, sin excusas. Y proteger significa endurecer las penas para agresores, reincidentes y depredadores. Hay que garantizar que una denuncia falsa también sea un delito, porque daña a las víctimas reales y combatir la trata y la explotación sexual, la esclavitud del siglo XXI.

Mi generación quiere un país donde todas las personas puedan vivir sin miedo: mujeres, niños, hombres, y quien sea vulnerable. Un país donde la diversidad sea un valor, no una herramienta para dividir. Un país donde las instituciones protejan, no fallen. Un país donde la justicia sea justicia de verdad.

Este 25N, dejemos una cosa clara. Esto no va de izquierdas o derechas. Va de dignidad humana. Va de libertad. Va de proteger sin excusas. Porque la igualdad real no se grita: se garantiza.